El neoliberalismo ganó, pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Tras la caída del III Reich, dos modelos político-económicos,
aparentemente antagónicos, se alzaron como únicas opciones de
modelos políticos, “Capitalismo vs Comunismo”. Pero, como en
botica, existen variantes del modelo capitalista, y en la desolada
Europa de la postguerra, con la cercanía geográfica con el modelo
comunista, nació un “híbrido” llamado Social Democracia, de
abuelos socialistas y padres capitalistas.
La Social Democracia creía en el libre mercado sí, pero eso sí,
con ciertos controles en ámbitos estratégicos. La redistribución
de la riqueza, el acceso a la educación y la sanidad, las políticas
de ayudas a desempleados o las coberturas a los más mayores crearon
una sociedad libre y, en gran medida, justa.
Durante 20 años, apoyados en las
teorías económicas keynesianas y con un avance en materia de
derechos sociales, Europa vivió el mayor periodo de prosperidad en
su historia. Claro que, los grandes capitales, querían más (¿cuándo
tienen suficiente?), pero tenían claro, que un paso en falso, no
hacia otra cosa que acercarnos al modelo comunista.
Pero en la historia, como tantas veces, bastó un hecho para
cambiarlo todo. Cayó la URSS, con ella el miedo al comunismo de los
grandes capitales. El neoliberalismo prendió como una cerilla
empapada en gasolina, y todas las medidas de redistribución de la
riqueza decrecieron con los años en post de una economía mejor.
Rápidamente, se propagó en la sociedad, una cultura de la
subversión hacia el “estado”. El Estado ya no era quien nos
ayudaba económicamente cuando estábamos en desempleo, sino quien
expoliaba nuestros ingresos a través de impuestos.
Hoy en día, el mayor logro del neoliberalismo es que detestemos
la palabra Estado. Pero, el Estado, no es un fin, sino una
herramienta para poder cumplir un fin, y dependerá de quién utilice
dicha herramienta con la consecución del fin que se consiga.
Hemos llegado a tal nivel de alienación, que aquellas personas
que necesitan que el Estado los protejan, lo detestan, mientras que
en la otra cara de la moneda, personas claramente neoliberales, no
tienen ningún reparo en trabajar para el Estado.
Sí, hablo de profesores, médicos, policías o funcionarios, que
no muestran ningún reparo a la hora de considerar que la
intervención del estado debiese ser menor con una mano, mientras con
la otra cobran del mismo por trabajar para él. Si, por ejemplo, un
médico o un profesor, funcionario de los cuerpos del Estado,
se declara abiertamente neoliberal, ¿no debería poner en práctica
sus ideas y abrirse camino en el sector privado? ¿por qué no es
consecuente con su pensamiento?
El neoliberalismo ganó. Ganó por que dejamos la única
herramienta que tiene el ciudadano de a pie para defenderse en manos
de sus perseguidores.
Joaquín Toril Cerro
Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración y Máster en Técnicas Cuantitativas en Gestión Empresarial
Ver en https://www.17pueblos.es/nos-vencieron-joaquin-toril-cerro/
Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración y Máster en Técnicas Cuantitativas en Gestión Empresarial
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